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Endeudada y quebrada, la fábrica de grisines Grissinópoli es abandonada por sus dueños. Sin embargo, sus dieciséis trabajadores deciden ocupar, vivir y resistir en sus puestos de trabajo para que ésta no desaparezca. Conformando una particular cooperativa de trabajo intentan mantener la empresa en funcionamiento por sus propios medios, pero esta desesperada y utópica salida al creciente desempleo no resulta fácil. Con apenas o ni siquiera completados sus estudios primarios estos trabajadores deben rápidamente “convertirse” en empresarios. Pronto la convivencia, los miedos al desalojo, la falta de dinero y de experiencia para manejar una empresa, dificultan aún más llevar el proyecto adelante. |
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